A veces, en la soledad de mi cama
añoro tu regazo.
Echo de menos lamer tus caderas,
tus caricias y arañazos...
tu lengua húmeda recorriendo mi pecho
y tus dulces manos deslizarse por mi espina dorsal...
Pero que buenas estaban tus caderas
y que poco las saboreé.
¿Femme fatal? No.
Tu eras otra cosa.
Eras mia.
mmmmmmmmmmmmmmmmmm
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